Voces en los días del coronavirus
Cuarentena 1
Sucede que un día caminas por una calle desconocida, miras las puertas, las cornisas, las ventanas… y de pronto te extraña no ver a nadie, estás solo, con una aprensiva sensación de “deja vu” que te recuerda un sueño donde te extraviabas en una ciudad desconocida… y vas de sueño en sueño, de ciudad en ciudad, con personas que son unas y después otras, algunas las conoces, otras no. A veces sólo hay un paisaje desolado de día y de noche… respiras hondo, te detienes frente a una ventana, sientes el sol en tu cuerpo y agradeces estar despierto, que puedes caminar libre. Lo que no sabes es que estás en una pesadilla, tu verdadero yo de carne y sangre se encuentra atrapado detrás de la ventana…
Voces en los días del coronavirus 2020: Más grande que el odio
Cuarentena 2
Tu pobre sombra logra salir del confinamiento, es una figura desvanecida reflejada en el cristal de un edificio incoherente; una nada, una muerta vestida que deambula por las calles vacías de una ciudad común y se protege con un cubrebocas. No te marchas de este minúsculo universo de ventanas y de quicios, de niños envejecidos, de burdeles y de iglesias desolados, de alcantarillas por las que se escurren las almas, porque toda ella está impregnada en ti: la llevas como una jaula que te encierra en un callejón sin salida, un nido de nudos y de incendios… Eres un fantasma más en la ciudad de los virus.
Cuarentena 3
Construye cada uno su Babel de sueños, su proyecto de papel y piedra. El rico lo hace frente al dolor del pobre, el pobre sobre una isla de fango. Cada ladrillo que amontonan, ruina futura de soledad prevista, les prodiga una alegría de albañiles, seguridad de encierro. En ese oropel de penas atrancan después las puertas y agotan los pasillos… Hasta que cierto día, cuando a las ventanas se asoman sosteniendo entre sus dedos los barrotes, sueñan construir el sueño de su libertad perdida.
Cuarentena 4
Cuanto más feo es el cielo sobre esta urbe extraña más hermosa es la ciudad que comienza a levantarse, los edificios son de espejo y su argamasa es la paciencia. La forma es producto de los sueños. Antes nadie quería ver la urbe, ¿será que hoy la aman porque en sus construcciones se reflejan las diminutas almas de que están hechas o porque no pueden pasear por ella? Pocos son ahora sus habitantes, ellos creen que son innumerables. Lo que sucede es que cada uno se ve con un vestido distinto en cada uno de sus múltiples reflejos. Los demás han muerto.
Cuarentena 5
Detrás de la puerta está la ciudad añorada, con sus callejones, sus puertas, sus palacios, sus cementerios, sus iglesias, toda ella con sus parques y sus casas de nostalgia, cada espacio es una página y sus habitantes son personajes. La vida y el relato impreso de esa vida están en la ciudad-libro que leemos durante el encierro. Lo que le da esplendor es la posibilidad de que, al dar vuelta en una esquina, se le dé vuelta también a la hoja y el escenario y los personajes se encuentren en un nuevo laberinto de tinta y de letras. Calvino nos enseñó a leer las ciudades, pero nunca imaginó una construida de este modo. Tampoco supo que esta urbe dejará de creer en el silencio y gracias a las maravillas tecnológicas pronto será una ciudad podcast donde cualquiera podrá hacer una pausa, deteniendo el flujo de sus habitantes o adelantará el relato hasta la parte final, donde la ciudad se convierte en una Jerusalén cúbica y “su fulgor es semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”.
Günter Petrak